Aproximadamente el 10% de la población mundial presenta algún grado de enfermedad renal; desafortunadamente pasa desapercibida debido a que sus síntomas se presentan en forma muy tardía. Sus principales factores de riesgo para desarrollarla, como la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, la historia familiar de enfermedad renal y la edad mayor de 60 años, son muy prevalentes a nivel global.

Debido a su alto costo, las terapias de reemplazo de la falla renal, como la diálisis y el trasplante renal, son inaccesibles para la mayoría de la población, especialmente en países en vías desarrollo. De ahí la importancia de detectar la enfermedad renal en forma oportuna y establecer medidas terapéuticas para retardar su progresión.

La enfermedad renal puede prevenirse si se detecta a tiempo. Un examen de creatinina en sangre, así como una examen para detectar proteína en la orina son suficientes para detectar su presencia. La aplicación de medidas tales como el buen control de la presión arterial, de la glucosa sanguínea, el mantener un peso ideal, así como el uso de medicamentos protectores de la función renal, pueden retardar el deterioro de la función renal y evitar o retardar así la necesidad de diálisis y el trasplante.

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